Los JASP apabullan en vivo
A raíz de lo recientemente acontecido en el EPT de Dortmund, en el que un chaval de apenas 18 años se ha hecho con la victoria final, en un torneo en el que todos los expertos coinciden en que el nivel esgrimido en las mesas ha sido increíble, me ha venido a la cabeza una reflexión que quisiera compartir con vosotros.
El descollante triunfo del canadiense Michael McDonald, conocido ganador de las mesas on line, dejando de lado connotaciones de tipo moral y hasta legal en lo relativo a la entrada en el juego de menores de edad, que no vienen al caso, pone en evidencia la cada vez más llamativa tendencia del Holdem actual en los grandes torneos en vivo, que “amenaza”, a corto plazo, con romper las viejas estructuras, quizá anquilosadas, de un juego abierto a una evolución lógica, por su propia naturaleza, más cercana, considero, al razonamiento matemático que a la intuición propiamente dicha.
La irrupción, ,en las competiciones de altos buy in, de hordas de jóvenes provenientes del póquer on line, gracias a colosales banks conseguidos en la red, está revolucionando estas mesas antaño destinadas a los “viejos dinosaurios” del póquer presencial, bregados en mil batallas y que forjaron su experiencia (y sus banks) recorriendo los casinos de Europa y USA.
Este soplo de aire fresco, del que hemos sido testigos en Dortmund, no solo con McDonald, sino con otro ramillete de selectos jóvenes que han disputado el día 3 e incluso las mesas finales, deja entrever un perfil de jugador y un modo de juego a todas luces competitivo, que se abre paso a base de atrevimiento, valentía, descaro e increíbles dosis de buen juego y talento. Y eso tiene su campo de entrenamiento en las encarnizadas mesas de los hoy incontables soportes on line.
Estos jugadores ponen delante del tapete una serie de cualidades adquiridas que quizá expliquen su más que reseñable actuación en los “masters” del circuito; a saber:
- El “tempo” con el que se mueve una mesa en vivo, en cuanto a la toma de decisiones en cada mano, resulta casi parsimonioso para un jugador acostumbrado al juego “multitabling”, que basa sus sesiones diarias, 365 días al año, en movimientos repetitivos y en decisiones constantes (y ganadoras). El paso de una concentración tan fatigosa ante una pantalla (o pantallas) en las que parpadean, sin descanso, 12, 18 o 24 mesas a una sola mesa en vivo les pone en situación muy ventajosa como para dotar a sus acciones de variedad e imprevisión ante el rival.
- En relativo poco tiempo, han desarrollado capacidades de lectura insospechadas, percepción del desempeño rival, capacidad de reacción, adaptación a diferentes tipos de juego y sangre fría en los momentos más avanzados de un torneo, cualidades estas que parecían coto privado de las grandes figuras del póquer en vivo. La experiencia de estos se ve cuando menos igualada, sino superada, por la apabullante “base de datos” en que se han convertido los cerebros de estos recién llegados.
- Los rasgos propios de esa juventud (inmadurez, irresponsabilidad, rebeldía, dinamismo, atisbos de locura, egolatría y mucho atrevimiento mezclado con muy poco sentido del temor y el respeto) se transforman en armas arrojadizas en las mesas, recicladas en forma de juego maniaco-agresivo de difícil control y poco ajustables a fórmulas previas. La heterodoxia desconcierta. Y resulta demoledora.
- Y un punto más a su favor: cada torneo en vivo que disputan es absorbido de inmediato como complemento de los conocimientos aprehendidos on line. La sala del casino de uno de estos torneos, con sus mesas convenientemente organizadas, se convierte en la versión 3D de sus vivencias diarias delante de la pantalla, los avatares de los softwares han tomado identidad física, las chips virtuales han tomado cuerpo…solo queda ponerse a jugar como en cualquiera de las sesiones acostumbradas. Y ganar como suelen hacerlo en su casa.
Pero no todo va a ser coser y cantar para los JASP en su insurgente llegada a los main events. También se topan con dificultades:
- Su elevado sentido de la individualidad y el aislamiento en el que se encierran en sus sesiones on line les sigue haciendo vulnerables en los magnos foros en vivo. La falta de sociabilidad todavía puede ser un problema ante jugadores precisamente habituados al “cuerpo a cuerpo”, a escudriñar tells, a forzar el estado de concentración del rival, a disparar la paciencia del más pintado a base de trucos y estrategias solo adquiridas tras muchos años respirando aire de póquer real.
- Bajo esa apariencia de joven sobrado de conocimiento, todavía late el corazón de un crío, falto de formación integral y de experiencia vital. Un movimiento imprevisto puede desmoronar todo el andamiaje que tan arriba le llevó. Y con eso jugarán sus rivales más experimentados. El póquer en vivo sigue conllevando un plus de regularidad, sobriedad y contención. Y no todo se aprende jugando multitabling en Internet.
Dicho esto, creo que debemos congratularnos todos por ese giro, por lo demás lógico, que están experimentando los acontecimientos en vivo. El aporte que Internet está proporcionando a nuestro juego es de tal valía que a día de hoy, no cabe otra opción que el estudio concienzudo, porque una buena práctica precisa de sólida teoría. Y estos chicos tienen pinta de conocerla. El tiempo dará o quitará razones.