El Dèglingo desata cada noche varias pequeñas locuras
Es la sensación de la noche. Cada día, cuando el reloj da las 12, se desatan pequeñas microlocuras en la sala de torneos. El causante de ellas no es otro que el juego más disparatado del festival. El Déglingo.
La dinámica es sencilla. Cada jugador recibe cuatro cartas boca abajo y hay que ganar una mano de Omaha. Primero se sortea el botón y se empieza a mostrar de uno en uno la primera carta. Posteriormente el crupier destapa el flop.
Nueva ronda donde los jugadores destapan su segunda carta y luego se viene el turn. Tercera carta vista de cada uno y la tensión va en aumento. Cuando el crupier tira el river los gritos son incontrolables. Sólo falta por descubrir la última carta de cada jugador y decidir quien es el ganador que pasará a las semifinales.
En esa segunda ronda la dinámica no cambia. La única diferencia es que ya se conocen los premios y los puestos en la final. En función de la gente que lo juegue, pueden ser dos, tres o cuatro finalistas, que en todo caso ya tienen asegurados unos premios que pueden llegar a los 2.000€ para el primero, por tan sólo 10€ que cuesta probar suerte.
En resumen, un entretenimiento que desata pasiones en ese City West Hotel de Dublín y donde estuvimos a punto de pinchar antes de ayer.
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