¿Es el poker un juego de suerte? por Boltrok
Todos poseemos un conocimiento innato de eso que denominamos “suerte”. Veamos las acepciones de la Real Academia Española al respecto:
- Encadenamiento de los sucesos, considerado como fortuito o casual. Así lo ha querido la suerte.
- Circunstancia de ser, por mera casualidad, favorable o adverso a alguien o algo lo que ocurre o sucede. Juan tiene mala suerte. Libro de buena suerte.
- suerte favorable. Dios te dé suerte. Juan es hombre de suerte.
- Casualidad a que se fía la resolución de algo. Elegir caudillo por suerte. Decídalo la suerte.
No es cuestión baladí la de preguntarnos si es el poker un juego de suerte ya que éste es un punto crítico a la hora de considerar al poker un deporte o no, con todo lo que ello conlleva: federaciones, olimpiadas y, sobre todo, la posibilidad de acabar con su secuestro en exclusiva por los casinos al dejar de ser considerado juego de azar.
Además, el reconocimiento de que el poker es un juego de azar supondría, a su vez, la asunción de la imposibilidad de dominarlo como jugadores, estando a los pies de los dictados de la diosa fortuna.
Si consideramos el poker como un juego consistente en el barajeo, reparto, juego y recuento de una mano, no nos cabe más remedio que reconocer que efectivamente estamos a merced de la suerte en el resultado de dicha mano. Creo que nadie discutirá este punto.
Sin embargo, tenemos mecanismos para reducir la influencia del azar en los resultados obtenidos. Estos mecanismos son tres: la matemática, la estimación y la repetición.
- La matemática nos ayuda con los cálculos estadísticos y de porcentajes, necesarios para saber donde estamos durante el desarollo de una mano en concreto.
- La estimación nos ayuda a completar la información que no es visible sobre el tapete. El poker es un juego de información incompleta (hay cartas de nuestros oponentes que desconocemos y cartas por salir en la baraja que igualmente ignoramos). Podemos estimar las cartas que nuestro oponente tiene en la mano o al menos las más factibles. Es lo que llamamos “leer” al rival.
- La repetición hace que una vez asignado una probabilidad a un suceso mediante la matemática y la estimación el resultado esperado se acabe produciendo de acuerdo a la repetición de dicho suceso.
Por lo tanto, podríamos afirmar que si bien una única mano de poker convierte a éste en un juego de azar, el hecho de jugar un número suficiente de manos tendería a la eliminación del factor suerte del mismo.
El escritor canadiense (nacido en Inglaterra) Stephen Leacock plasmó nuestra conclusión muy adecuadamente en la siguiente cita:
“Soy gran creyente en la suerte y he descubierto que mientras más duro trabajo más suerte tengo”.
Todo lo anterior es fácilmente constatable, así que podríamos considerar que el poker no es un juego de azar si consiguiésemos dar con un formato de juego con el suficiente número de manos como para considerar que el factor suerte no es relevante.
El jugador ganador de poker basa todo su trabajo en mejorar en los aspectos citados: matemática y estimación, y juega tantas manos como le es posible para conseguir el último factor: la repetición. Si su dominio de los dos primeros factores es superior al de sus rivales obtendrá un beneficio, dado que sólo la suerte podría privarle de éste, y estará consiguiendo anularla mediante la repetición.
Hasta hace poco la repetición era un proceso costoso que suponía infinitas horas de trabajo en la mesa del casino para obtener el preciado beneficio. Hace unos años apareció el mayor elemento amplificador de ese “factor repetición”: Internet.
En la red es posible jugar simultáneamente N mesas a una velocidad de reparto X veces mayor al poker en vivo (barajeo, reparto y conteo automáticos) lo que favorece jugador ganador ya que si en lugar de x manos por hora puede jugar 30x manos por hora el factor suerte se elimina casi totalmente.
De todo lo anterior, que para mi tiene poca discusión posible, concluyo algo un tanto extraño y novedoso: el poker es un juego de azar que bajo las circunstancias y reglas adecuadas podría dejar de ser considerado como tal.
Pero no me paro ahí, diría que el poker jugado a través de máquinas (eliminando la figura del croupier o repartidor) permitiría jugar un número x de manos en un intervalo de tiempo y que matemáticamente podría “asegurar” la desaparición del factor suerte.
Así pues, Internet o las computadoras podrían ayudar al reconocimiento como deporte de nuestro juego ya que sin duda su propia naturaleza favorece mucho más que el desarrollo “en vivo” la extinción de la coletilla “de azar” como apellido de nuestro querido juego.
Y ahora la pregunta asimoviana: ¿Puede ir el futuro del poker asociado a jugadores en vivo que juegan sobre máquinas? De esta manera obtendríamos lo mejor de los dos mundos: el encanto del poker en vivo con su faceta psicológica intacta y la posibilidad de repetición que aportan las máquinas.
Dejo el interrogante en el aire y me preparo a recibir las demandas de las asociaciones de croupiers.
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