El sueño de una noche de verano en el Evento #32
Ésta es la historia de un sábado cualquiera de un mes cualquiera en un pueblo cualquiera en América. Llamémosla, por ejemplo, Orangeville.
Orangeville es un pequeño pueblecito al sur de Canadá, con apenas 30.000 habitantes.
Gerard y Jeff toman café y un par de donuts sentados en una mesa en un pequeño restaurante a las afueras del pueblo. Ambos están de vuelta en el pueblo, cansados pero contentos, y sus camiones descansan en el aparcamiento, ya vacíos de mercancías.
En lugar de la habitual camarera, es Ronnie el que se acerca a traerles más café. Ronnie es el dueño del restaurante, conocido de los dos camioneros, y parece contento de verles:
- Eh chicos, esta noche hay partida. Cuento con vosotros, ¿no?
- Sí, claro. Apuesto a que no me habéis echado de menos mucho, dado que soy el tiburón de nuestra pequeña mesa particular.
- Bah, ya será menos. Creo que seremos seis o siete hoy. Avisad a los de siempre.
Con la consigna de reencontrarse por la noche, se separan.
Más tarde se les unen Kirk, que es el dueño de la tienda de comestibles del barrio de Ronnie. También viene Dumont, que da clases de matemáticas en la escuela del pueblo, y Steve, que tiene una pequeña empresa de reciclado de plásticos en el polígono industrial de las afueras.
Habitualmente juegan No-Limit 2$/5$ durante buena parte de la noche. Comparten anécdotas, charlan sobre béisbol y política, y, en definitiva, lo pasan bien.
Pero hoy, a Steve se le ha ocurrido una idea mejor mientras fantasean sobre las grandes partidas en los casinos de Las Vegas, las partidas de Greenstein y Brunson:
- ¿Qué tal si, en vez de jugar cash, jugamos un Sit and Go? Ponemos 300$ cada uno y el que gane, se va a Las Vegas a jugar un evento de las WSOP.
La idea cala automáticamente en el sexteto, y Ronnie añade:
- Y, gane quien gane, el grupo se lleva el 15% de las ganancias de nuestro "caballo".
Todos aceptan y se ponen manos a la obra. Cada uno de ellos se ve ya en el inmenso casino del Rio, quizá compartiendo mesa con Phil Hellmuth o Johnny Chan, alzándose con la victoria ante una enorme multitud. Tomando como propio el codiciado brazalete dorado.
El tiempo es caprichoso, y se mueve deprisa o despacio en muchas ocasiones. Parece que han pasado dos minutos, y Kirk alza ligeramente las cartas para ver una pareja de ochos.
Pero ya no está en casa de Ronnie. Ya no es febrero, ya no hay calefacción sino el potente aire acondicionado del Rio Casino & Hotel de Las Vegas.
Frente a él no está Dumont, el profesor de matemáticas. Está Ben White, un canadiense de aspecto serio que mueve su enorme pila de fichas hacia el centro.
Kirk tiene poco que pensar, pero piensa en sus amigos, que deben estar en casa nerviosos, animando. Quizá se hayan reunido para ver el streaming oficial en la página de las WSOP, quizá cada uno esté viviéndolo nerviosamente desde casa.
El sonoro "¡SÍ!" que exclama Kirk al ver un ocho más en la mesa se une a los gritos de sus amigos en Orangeville a miles de kilómetros. Cada uno de ellos se ha llevado más de 20.000$ en este flip.
Kirk A. Caldwell ha cumplido su sueño de una (en realidad de varias) noche de verano. Es el nuevo campeón del Evento #32 de las WSOP, el No-Limit Hold'em de 1.500$, después de derrotar a un registro de 2.828 rivales.
La recompensa de este viaje es 668.276$, de los que más de 100.000$ van a parar a sus amigos, y el brazalete dorado.
No está mal para un humilde vendedor de comestibles de Orangeville.
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