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En Portugal jugar con la comida te puede salir muy caro

Antonio Romero | 25/06/13
En Portugal jugar con la comida te puede salir muy caro
Tres furgonetas de policía trasladan a los presentes en un pub británico de Albufeira a comisaría. Su delito: jugarse unas galletas al bingo o lo que es peor; ¡mirar cómo otros lo hacían!

28 personas, la dueña y los clientes de un pub británico de Albufeira, en Portugal, tuvieron que pasar por comisaría y fueron multados por jugarse unas galletas y unas bebidas al bingo. Lo mejor de todo es que no estar participando en la tirada tampoco era excusa para librarse de que te leyeran tus derechos y te encalomaran una multa.

A nosotros desde muy pequeñitos y a lo largo de nuestra infancia, nuestros padres nos han repetido constantemente que con la comida no se juega. En Portugal no está de más que te lo recuerden de vez en cuando; aunque tengas 34 añazos como los de Marianne Pittaway, la dueña del bar, que le contó su odisea a la BBC (vía PokerFuse)

Monté el bingo para ofrecer algo de entretenimiento. Nos jugábamos algunas galletas y unas bebidas.

En un momento estábamos pasándolo bien jugando y al minuto siguiente nos habían metido a todos en tres furgonetas de la policía y nos habían llevado a la comisaría.

Ninguna de las personas que estaban en el pub escapó sin multa, Las clientes que se estaban tomando algo en el bar sin participar en el partida fueron acusados de "ser espectadores de juego ilegal" y castigados con 150€ de sanción.

La dueña del local tendrá que pagar 700 euros y además fue castigada con cuatro mees de prisión que no estará obligada a cumplir.

Aprendida la lección, Marianne aseguró que nunca más volvería a montar un bingo en su bar.

Un nuevo éxito de los cuerpos de seguridad del estado luso, que explicó la actuación como una respuesta a la información provista por por ciudadanos anónimos y que permitió pillar a semejante calaña jugando a juegos de azar sin la correspondiente licencia.

Lo que no ha trascendido es el valor monetario de las galletas o su estado de conservación; si estaban resesas o sobadas por el maltrato recibido en el antro de donde fueron rescatadas.  

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