Duelo de escritores

Poker Arts, de Caribemania

Antonio Romero | 28/03/14
Poker Arts, de Caribemania
Relato presentado al VIII Duelo de Escritores de Poker-Red y ganador del Premio del Público.

El siguiente relato fue presentado por su autor, el usuario "Caribemania", al VIII Duelo de Escritores del Foro de Poker-Red.

Con sus votos, el público lo eligió como ganador del Premio del Público, dotado con 100€ para jugar torneos en cualquier sala de las ".es" y la publicación del texto en portada.

Poker Arts (¿Qué pasó realmente en el Hotel Arts?)

30 de Agosto 2013

Espero sentado en un banco del Puerto Olímpico de Barcelona mientras observo como grupos de jóvenes y parejas pasean despreocupados por la zona. El calor no es tan asfixiante, debido a la proximidad al mar Mediterráneo. Silenciosamente llega una joven de pequeña estatura, pelo castaño, delgada y con un cierto aire melancólico, tan solo lleva una mochila para ordenador; sin ni siquiera cruzar una mirada, me levanté y me situé a su lado.

Caminamos hacia el Hotel Arts, un emblemático edificio, encerrado en una eterna estructura de vigas blancas metálicas que lo hace parecer en construcción permanente; su ubicación a orillas del mar hacen de este hotel un enclave encantador y único.

Vamos directos a la zona de la piscina del hotel. Al fondo, bajo la sombra de la escultura de Frank Gehry, vemos a un joven fornido, rubio, que impacientemente tamborileaba con sus dedos la base del combinado que estaba degustando. Se le notaba visiblemente nervioso. Nos unimos a él y comenzó la reunión que iba a cambiar el resto de nuestras vidas de un modo que ninguno de los tres sospechábamos.

31 de Agosto 2013

Habíamos estado meses preparando el golpe. El plan era sencillamente perfecto. Se iba a celebrar el European Poker Tour en Barcelona , una de las paradas más concurridas del circuito de poker. Evidentemente, el que se realizase en pleno verano en una ciudad con tantas posibilidades como Barcelona le confería un atractivo especial.

Se iban a reunir los mejores jugadores del mundo de poker, con lo que eso iba a suponer: grandes apuestas, fiestas, buenas partidas, y dinero, mucho dinero, tanto encima de las mesas como en los ordenadores que a buen seguro iban a traer muchos de los jugadores. Y justo ahí… entrábamos nosotros.

Está claro que robar un casino es misión imposible a día de hoy por las medidas de seguridad implementadas, pero, ¿para qué quiero robar un casino, si me puedo llevar el dinero antes de que llegue al mismo?

El primer obstáculo que nos encontramos fue cómo saber quiénes eran los grandes tiburones blancos que iban a asistir. Dejamos de lado a las estrellas mediáticas, que se descartaron para evitar el posterior ruido que se podría organizar. La solución, más sencilla de lo que nos esperábamos: el sistema de seguridad del hotel dejaba mucho que desear y se pudo acceder al listado de los que se iban a registrar con paquete de hotel y entrada al torneo, los que venían con acompañante..., en definitiva toda la información que íbamos a necesitar. Este tipo de trabajos es tan similar al poker… Un juego de información incompleta, la variante más popular es el No Limit Texas Holdem. A todos los jugadores se les reparten dos cartas y secuencialmente otras cinco más en el centro del tapete, tres en una tirada inicial (Flop) y las otras dos a continuación (Turn y River). En cada secuencia se puede apostar cualquier cantidad.

Una vez nuestra dentro del sistema hicimos que la distribución de las habitaciones fuera lo más cómoda posible para nuestros intereses. Máximo diez habitaciones de jugadores por planta, no consecutivas, y debido a que no todos los jugadores empezaban el mismo día debido a la numerosa afluencia de este torneo, haciendo coincidir a los que jugaban un día en concreto en la misma planta del hotel.

Lo único que no se podía controlar era el sistema de llaves de cada habitación, aunque ya habíamos pensado como solucionarlo

1 de Septiembre 2013

Amaneció un día perfecto, soleado. Las 10 de la mañana; Deborah y yo nos despertamos casi a la vez. Apenas habíamos podido dormir un par de horas. Siempre nos ocurría; cada vez que íbamos a dar un gran golpe. Macao, Hong Kong, Praga; todas estas ciudades habían sido un calentamiento durante el año para la gran cita, siempre en torneos con menos afluencia y máximo dos jugadores como víctima.

Durante años Marc, había desarrollado un tipo de virus casi indetectable que se instalaba en el sistema de arranque del ordenador, antes de que el sistema operativo pudiera ejecutar el antivirus. Su mayor pega, que había que acceder físicamente al ordenador.

En la escueta charla que tuvimos junto a la piscina, Marc nos explicó por enésima vez, era una de esas manías que tienen los genios, todo el procedimiento de instalación. Si se hacía todo correctamente estaríamos listos en menos de un minuto. Desde su habitación, él estaría dando apoyo técnico: cámaras, ascensores, casi todo lo podía controlar desde su estación de trabajo.

A lo largo de la mañana me acerqué a recepción para pedir que me dieran otra llave, que me había dejado la mía dentro. Me pidieron la identificación. Al no llevarla, me acompañó una persona del servicio de seguridad del hotel para abrir la puerta con la llave maestra. Llegamos a la puerta, se abrió sin problemas y le di las gracias. El guardia de seguridad se dio media vuelta dirección al ascensor de servicio y Deborah tropezó con él y cambió la tarjeta de seguridad por una clonada que estaba inactiva.

Empezamos en la tercera planta. Ahí estaban alojados los jugadores que habían llegado solos y que no compartían habitación con nadie Era una planta solitaria en general, a la que con suerte alguno de los introvertidos jugadores llevarían esa noche a alguna prostituta para aliviar su falta de compañía, aunque más de uno la pasaría frente a su ordenador continuando con su rutina habitual de jugar sin más ruido que el click del ratón.

Eran las cuatro y media de la tarde, hora ideal en España para cualquier actividad ligeramente sospechosa: la siesta en España estaba muy arraigada y los que no estaban descansando, estaban en el torneo o en la playa.

Marc nos envió la señal de que las cámaras de la planta habían entrado en bucle. Accedimos a las dos primeras habitaciones, instalamos el virus y salimos, repetimos la rutina hasta con seis dormitorios. Era el calentamiento para lo que nos esperaba los próximos días. Aunque sabíamos perfectamente cómo actuar, lo habíamos estudiado y practicado, no podíamos evitar que nos sudaran las manos, que al más mínimo ruido pensáramos que todo se había echado a perder, casi antes de haber empezado.

Terminamos, y ya en nuestra habitación, que se había convertido en un pequeño cuartel general, no pudimos evitar la descarga de adrenalina que hizo que nuestras piernas se pusieran a temblar, casi entre chocando las rodillas. Una cosa llevo a la otra y terminamos revolcándonos por el suelo.

Había sido muy sencillo, entrar y salir.

2 septiembre

El día anterior había sido una última prueba in situ. Aunque conocíamos la distribución del hotel de memoria, cada punto de fuga, y lo teníamos todo previsto, no estaba mal el quitarnos ese gusanillo que te entra antes de cada actuación, sobre todo para que los nervios no nos jugaran una mala pasada en fases más avanzadas, ya que conforme fueran cayendo jugadores iba a tocar ser más precavidos; demasiada gente rondando por los pasillos, ya que aunque algunos iban a volverse inmediatamente a sus ciudades, otros aprovecharían el clima que brinda la ciudad de Barcelona.

Todavía nos quedaban doce plantas por recaudar y siete días por delante antes de abandonar el hotel y desaparecer durante una temporada corta para comprobar si nuestro esfuerzo había merecido la pena.

La estructura era sencilla, doce plantas, diez habitaciones marcadas por cada una. Iba a ser una semana intensa, dieciocho habitaciones por día, y siempre aprovechando las ventanas de tiempo donde los jugadores estuvieran jugando o de fiesta, aunque preferíamos evitar la noche y durante las mañanas era inviable, con lo que apenas teníamos dos o tres horas para entrar y acceder a los ordenadores. Con los cálculos que Marc había realizado se iban a quedar dos habitaciones por planta pendientes, pero la relación riesgo beneficio era demasiado alta para intentarlo.

Durante los dos días siguientes el ritmo al que se trabajó fue frenético, un par de portátiles se resistieron y otros estaban totalmente sin batería. Tan solo un par de habitaciones no tenían portátil, igual se lo habían llevado o bien eran de ese extraño tipo de jugador que solo juega torneos en vivo.

La noche del miércoles decidimos salir a celebrar como nos estaba yendo todo Según los cálculos de Deborah, la cantidad de dinero que íbamos a tener disponible ya rondaba las ocho cifras, aunque todavía faltaban tres plantas. La realidad era que nos estaba resultando relativamente sencillo, sin contratiempos.

5 de septiembre

Marc vino a tocarnos a la puerta casi a las dos de la tarde. ¨Llevaba un enfado enorme, era una persona que no permitía errores y los cambios en la rutina no eran de su agrado. Nos íbamos a tener que poner a trabajar en menos de una hora, con una resaca importante, aunque no debería afectar en nuestra labor, aunque el día no había empezado de la mejor manera posible y eso no era un buen augurio.

La rutina diaria se repetía, Marc desactivó las cámaras de la planta y comenzamos a acceder a las habitaciones para instalar el virus.

15:35. Entramos en una de las habitaciones, la 2215 para ser exacto. El olor era a limpieza extrema, se notaba que el servicio de habitaciones acababa de terminar la limpieza de esa planta.

Enciendo los dos portátiles de la habitación casi a la vez. Uno de los dos estaba tardando más de lo habitual en arrancar.

15:40. Marc nos avisa de que llega alguien por el pasillo. Bloqueamos las puertas por precaución mediante la un dispositivo electrónico que bloquea la puerta temporalmente eliminando el código de acceso, aunque solo lo podríamos usar una vez. El corazón se me paralizó, me quedé totalmente inmóvil mientras alguien introducía su tarjeta de acceso en la puerta de la habitación de la que me encargaba yo. Si el dispositivo de bloqueo fallaba ahí se nos acabaría todo. La luz roja siguió parpadeando, tras tres o cuatro intentos fallidos, finalmente desistió. Marc nos dijo que estaba en el ascensor, que le iba a seguir porque no tardaría en regresar.

15:44 El primer portátil estaba listo, el segundo en cambio no había terminado de cargar el virus cuando Marc me dijo que el huésped de la habitación se acercaba de nuevo, y ahora el sistema de bloqueo no iba a ayudarme, y no me daba tiempo a salir sin tener el ordenador preparado. Cogí el portátil con la esperanza de que no se diera cuenta y me escondí apresuradamente debajo de la cama, quedándome totalmente inmóvil, ni me atrevía a respirar, aunque cada respiración parecía el sonido de un huracán.

Fueron los diez minutos más largos de mi vida, finalmente se marchó y en el momento que Marc me confirmó que ya no estaba en la planta, salí como alma que lleva el demonio. Ni siquiera apagué correctamente el ordenador. El virus se había terminado de instalar y yo lo único que quería hacer era salir de allí; tenía las pulsaciones del corazón latiendo más deprisa de lo que me había latido nunca, y se me había nublado cualquier atisbo de raciocinio y de hacer las cosas metódicamente. Dejé el ordenador donde lo había cogido inicialmente y me fui directo a la habitación.

Deborah estaba allí esperándome sentada en la cama temblando tanto o más que yo. Quince minutos más tarde se nos unió Marc con la camiseta totalmente empapada, el sudor todavía cayéndole por la frente y la voz temblorosa.

Como es lógico, esa tarde no continuamos. Estábamos demasiado nerviosos y seguro que se cometería algún error. Tras cambiarnos de ropa por algo más elegante acorde con el hotel, bajamos al lobby del hotel y pedimos algo para matar el rato.

Mientras charlábamos ya mucho más tranquilos, vimos aparecer visiblemente alterado a Jens Kyllönen, así nos había dicho Marc que se llamaba el jugador y uno de los dos ocupantes de la habitación 2215. Estuvo hablando con varias personas, con el responsable de Pokerstars, con alguien de la seguridad del hotel, un hombre de unos cincuenta años largos, que no parecía estar respondiendo para nada a las inquietudes formuladas por Jens, a juzgar por las caras y los aspavientos que este hacía. Evidentemente se había dado cuenta de que algo había ocurrido y estaba pidiendo las explicaciones oportunas. Le vimos marchar con unas cuantas hojas impresas y no demasiado conforme, ni con las respuestas de los responsables de seguridad, ni tampoco con las de Pokerstars.

6 septiembre

Reanudamos nuestro trabajo con calma pero esta vez teniendo más presente el tiempo por si había que salir rápido de alguna de las habitaciones. El día transcurrió sin incidencias y nos fuimos pronto a descansar, ya solo nos quedaba un último día y habríamos terminado.

7 septiembre

Ultimo día. Hoy teníamos una labor doblemente complicada; se trataba de la última planta. Habíamos conseguido tener a algunas de las mayores figuras del poker de las High stakes reunidos en esa planta Muchos de ellos habían jugado miles de manos entre ellos, pero la mayor ventaja es que no se conocían en persona. Y por otro lado por muy buenos jugadores que fueran, como es normal, más de uno habría caído eliminado del torneo principal y aunque se estaban celebrando los eventos paralelos había que controlar quienes estaban todavía jugando y quiénes no. Esto era labor especial para Marc y la verdad es que se esmeró y limitó las habitaciones para trabajar solamente a seis. Las otras dos pertenecían a dos jugadores que iban a dejar su habitación antes de las doce de la mañana.

Deborah termina dos de sus habitaciones y yo otras dos sin complicarnos y en el tiempo marcado.

Accedo a la habitación 2410 y Deborah a la contigua, en esta habitación se hospedaba tan solo un jugador, bastante reconocido por la comunidad del poker: Ignat Liviu (0Human0). Procedimiento habitual, hasta que Marc nos avisa que el ascensor se dirigía a nuestra planta, lo notamos nervioso por el auricular, y más todavía cuando nos dice que se han bajado tres personas del ascensor, una pareja de personas mayores y un joven al que cree reconocer como Ignat. Con calma coloco el sistema de bloqueo de la puerta. Efectivamente era Ignat y al igual que sucedió en la otra habitación tras tres o cuatro intentos se fue. Para no correr más riesgos de los necesarios, cogí su portátil y pasé a la habitación donde estaba Deborah que era de las más seguras ya que su huésped estaba jugando los últimos compases del torneo principal. Ella terminó su ordenador y cuando estaba apagando el otro ordenador, Marc dice que Ignat estaba en la planta. ¡Maldita sea! Esto lo podía echar todo a perder.

Entró en su habitación y no pasaron más de tres minutos cuando salió dando un portazo tras de sí; era evidente que se había dado cuenta de que le faltaba su portátil.

En cuanto Marc nos dijo que estaba dentro del ascensor, salimos y, no sabemos el motivo, la puerta de la habitación no abría con la llave maestra que teníamos. Probamos en la habitación que acabábamos de dejar, y ¡tampoco funcionaba! Dejamos el ordenador junto a la puerta de la habitación, esperando que le echaran la culpa al servicio de limpieza del hotel, y nos marchamos lo más deprisa que pudimos de esa planta directos a la habitación de operaciones.

Marc nos estaba esperando con una botella de Möet Chandon para celebrar que habíamos terminado, aunque yo no las tenía todas conmigo. Dos errores imperdonables que podían tirar por la borda todo el plan.

Marzo 2014

Los meses siguientes habían sido de lo más lucrativos. Como teníamos pensado, el tener la ventaja de ver las cartas contra los jugadores habituales de las altas esferas del poker, era muy alentador.

La verdad es que cuando nos dimos cuenta de que Jens había publicado en un conocido foro de poker parte de la historia, creímos que los jugadores eliminarían el virus instalado, pero nuestra sorpresa fue mayúscula cuando tan solo no pudimos acceder a tres de los ordenadores: el de Jens y su compañero de habitación, y al de Ignat. Lástima, porque eran tres cuentas muy jugosas.

Se usaban cuentas de jugadores diferentes en cada momento, para evitar que las miradas recayeran sobre alguno en concreto, y se les dejaban ganar algunas manos marginales para que no sospecharan del software del sistema.

La cifra recaudada era de casi diez millones de dólares y seguía subiendo, y como la avaricia es algo innato en el ser humano, vi que en un foro de la comunidad hispana estaban haciendo un concurso de escritores con un premio de un ticket de cien euros para alguno de los torneos que se celebraban en España. ¿Y por qué no presentar un relato narrando la operación desde dentro, al que casi nadie le iba a dar verosimilitud y ganar este ticket?¿O a alguien le daría por investigar más a fondo el tema?...

FIN

Los únicos cambios realizados al texto han sido la lógica corrección de errores tipográficos y cambios en la puntuación para facilitar la comprensión lectora. La historia está basada en hechos reales, expuestos por Jens Kyllönen en estos dos hilos del foro de Two Plus Two.

http://forumserver.twoplustwo.com/29/news-views-gossip/urgent-hotel-rooms-arts-ept-barcelona-broken-into-plant-trojans-laptops-1368996/

http://forumserver.twoplustwo.com/29/news-views-gossip/my-unbelievable-ept-barcelona-story-hotel-rooms-arts-barcelona-broken-into-plant-trojans-1369171/

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