No te va a tocar el Gordo
1, 13, 2X, 4X, 4X, 49. Esa era la combinación de La Primitiva que todas las semanas “echábamos” en mi familia. No la he puesto completa por aquello de que si un día toca, me lo restriegue alguien por la cara, pues ya hace tiempo que no jugamos. Y es que yo nunca he sido muy de jugar.
Pero por entonces sí. Era una especie de liturgia en la que mis padres me daban unas monedas y yo iba a que me “sellaran el boleto”. Con suerte me daban unas pesetas más y “echaba” una Quiniela, en la que primaba más las filias y fobias hacia unos equipos y otros, que la predicción pura y dura.
Eran los 90 y tendría 12 años cuando empecé a llevarlo.
Puertas abiertas
Y es que en aquellos tiempos, del mismo modo podía comprar tabaco, alcohol o hacer una quiniela con esa edad. Tiempos locos. Ahora está todo más regulado y vigilado y es muy difícil o casi imposible hacerte con alcohol o tabaco si no es con ayuda en un tercero o un comerciante sin cuidado y/o escrúpulos.
En cuanto a lo otro, no lo sé bien, la verdad. Sobre todo porque la mayoría de las administraciones de loterías no tienen puertas. ¿Os habéis fijado? Es una forma de invitarte a pasar, a interactuar, a que veas todo los tipos de apuestas y juegos que hay. Por tanto, cualquier menor puede entrar… si es que se puede entrar a un sitio que no tiene puertas…
También puedes jugar a la Bonoloto en bares con licencia; Lotería Nacional en papelerías mientras compras material escolar; o Lototurf (¿?) y el “Lecturas” en puestos de periódicos y chuches. Por no hablar de los kioscos de la ONCE, que están en mitad de la calle, al alcance de cualquiera.
Sin embargo, cuando se habla de controlar las casas de apuestas presenciales, nunca se tiene en cuenta estas administraciones de lotería. ¿O a caso una quiniela, una primitiva o la ONCE no es una apuesta? O el Gordo de Navidad…
El Gordo de Navidad
Todos los años por estas fechas esperamos el anuncio de las burbujas de Freixenet, el del humor de Campofrío y sí, el del Gordo de Navidad. Ese anuncio que apela a la unidad familiar, la amistad, el amor, la fraternidad, esperanza, gratitud y un sinfín de sustantivos vergonzantes.
Porque es curioso como por un lado se critica la publicidad de salas de poker, por ejemplo, mientras que se ensalza y anuncia a bombo y platillo la de un sorteo anual multimillonario. Redes sociales y televisiones se hacen eco y repiten el anuncio en cualquier momento, a la vista de todos. Y mientras que, tal y como nos contaba Adrián Sevillano hace unas semanas, los deportistas no pueden ser imagen de una sala de poker, sí pueden hacerlo aquí cantantes como Raphael, Bustamante o la Caballé.
Y es que la hipocresía del Gordo aún abarca más, si tenemos en cuenta que es un sorteo en el que son niños los que sacan las bolitas de acertante y premio, y que se retransmite en vivo y en directo durante varias horas en diversos canales distintos, con un despliegue de medios increíble.
¿Pero es que nadie va a pensar en los niños?
Como diría la mujer del Reverendo Lovejoy, ¿nadie va a pensar en los niños? Pues no… porque el 6 de enero de 2019, todos los canales de televisión entrevistaban a uno de los ganadores del premio de la Lotería del Niño. Ese era Cosmin Rotariu y tenía 15 años. Todos se regocijaban con su historia de superación: le tocó la devolución del Gordo y con ese dinero compró un boleto para, irónicamente, el del Niño.
Su foto salió en todos los diarios online y en papel, en la puerta de la administración (sin puertas) del barrio de Gràcia de Barcelona. Y parece ser que nadie se dio cuenta de que era un niño. Un niño que se acababa de llevar 200.000€.
Pero es que el papel de los niños en esto no acaba aquí, sino que son agentes importantes en el “negoci”. Los clubs deportivos, peñas, asociaciones, casales falleros (localismo, sí) piden o exigen a sus integrantes y socios que vendan papeletas para sufragar los gastos anuales.
O los mismos colegios, para pagarse el viaje de fin de curso. ¿Quién no ha vendido siendo menor? ¿Quién no le ha comprado lotería a un niño? El que esté libre de pecado…
La palabra prohibida
Porque desde unos meses antes del Gordo tienes que ir con un disfraz de ninja o con la cartera llena, por si quieres evitar a los vendedores de lotería que te asaltan en cualquier esquina. Los compañeros de trabajo, el del bar, los amigos, el “cuñao” que te cae mal. En cualquier momento, hacen “chas” y aparecen a tu lado.
Así se siente uno...
¿Os imagináis en esta situación a una persona con problemas de ludopatía? No solo no tiene suficiente con los anuncios de televisión, las colas de las administraciones, los carteles del calvo de Navidad (ahora vende langostinos), los GIFs de Twitter, que encima ha de tener que estar atento de todo esto.
Por un lado diréis.. "hala, te has pasado...", Pero bueno, es lo que nos dicen de la publicidad de salas de poker en la televisión o de las nuevas casas de apuestas.
Por otro lado, no podemos negar la evidencia. Sí, es una enfermedad que existe. Y sí, todos tenemos una gran responsabilidad, pero siempre se quiere regular ciertos ámbitos y se deja de lado otros, en los que casualmente alguien saca tajada: no nos olvidemos que el nombre de “Loterías y Apuestas” tienen de apellido “del Estado”. Por cierto, os recomiendo que entréis en su web. Tiene una de “colorinchis” que dan ganas de echar una partida a algo.
El poker
La verdad es que he escrito poco sobre poker y he comparado el Gordo casi en exclusiva con las nuevas casas de apuestas. El motivo es porque, lo queramos o no, el poker se encuentra dentro de ese apartado. Y por mucho que Leo Margets intente explicar en televisión que el poker no es un juego de azar si no de habilidad gracias al estudio y análisis, no se va a cambiar de un día para otro.
No nos queda otra que luchar contra los molinos y explicar que no es lo mismo elegir un número al tuntún y rogar para que salga, que tirarse varias horas en mesas de cash o en un torneo, enfrentándote contra docenas de jugadores distintos.
Que detrás de eso hay horas de estudio, que existen escuelas y webs para mejorar y que la suerte es una pequeña parte del juego.
Si has jugado el Gordo este año, tendrás un 0,00001% de probabilidades de que te toque. Y un 12% de llevarte algo. Y en 2020, hagas lo que hagas, tendrás las mismas probabilidades. Sin embargo, en un año dejándote la piel estudiando y jugando a poker, tus probabilidades de triunfo crecerán exponencialmente, por muy mal jugador que seas.
Porque la suerte se entrena.
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