Montecarlo... historia de un trayecto accidentado
Escribo mis primeras líneas desde Montecarlo, dónde Raúl y yo hemos llegado hará 3 horas, tras un accidentado viaje. Accidentado no en el vuelo, sino en lo que ha venido después. Os cuento.
Salimos de la terminal en Niza sin problemas, tres horas de viaje en avión desde Valencia con escala en Barcelona. Durante todo el viaje habíamos tenido la duda de si nos valía la pena alquilar un coche, y al final habíamos medio decidido que si no nos querían clavar pillaríamos uno para desplazarnos por esos lares de Dios.
El problema vino cuando, efectivamente, nos querían clavar (320€ de clavada exáctamente). Desistimos de la idea inicial, y nos vamos a coger un taxi que nos llevase a Montecarlo. ¡ERROR! Para empezar, nuestro taxista tenía una pinta bastante desaliñada, con greñas blancas, gafas de sol años 70, aliento a alcohol (esto no lo descubririamos hasta minutos más tarde)... en definitiva un aspecto bastante poco saludable, pero bueno, para nuestra desgracia era el primero en la línea de taxistas.
Por no alquilar un coche, nos montamos en el de la muerte.
Comienza nuestra aventura con Satanás. Para empezar, lo que ya os he comentado, aliento a alcohol cual minero siberiano. A los pocos minutos, veo que nuestro amigable conductor está como muy tirado a la derecha. Os explico, conducía con un brazo apoyado el reposabrazos derecho, pero a la vez dejaba caer el cuerpo como si fuera el sofá de su casa. Pero es que en esos momentos su cabeza estaba cada vez más inclinada, hasta el punto que hemos llegado a pensar que estaba quedándose dormido... lo estaba.
Esto podía resultar gracioso mientras salíamos del aeropuerto de Niza, porque la velocidad media del taxi no superaba los 30Km/h (otro mal indicio, por cierto), pero al meternos en la autopista... ah, amigo, eso si ha sido diversión.
El primer susto ha venido cuando en una curva ha hecho un recto y casi se come el guardarail. El volantazo de regreso al "camino" ha sido de agárrate. Afortunadamente yo no veía la carretera, pero Raúl sí y teníais que haber visto su cara. Venir hasta Niza para morir... buen título para una peli de James Bond.
Realmente este ha sido el punto más crítico del camino, aunque un par de coches esquivados y frenazos en el último momento tampoco han estado nada mal.
El otro susto era el taximetro, puesto a tarifa máxima durante casi todo el viaje, hasta que mosqueados nos ha dado por ponernos a leer la lista de tarifas, y oh, amigo, resulta que no tocaba la D, si no la C. Justo cuando hemos vuelto a levantar la vista, mágicamente estaba en C otra vez.
Normalmente le hubiera montado un pollo al hombre, pero la combinación de jinete del apocalipsis, aliento de ginebra del todo a 100 y que no quería que se fugase con nuestras maletas en su maletero, ha hecho que me quedase muy calladito cuando Raúl pagaba los 75€ del trayecto. Joder, por lo menos estábamos vivos... ya es algo!
Así que amigos, aprended la lección que yo ya tengo grabada a fuego... alquiler de coches = bueno. taxistas del demonio engañadores = malo. Esto lo saben las empresas de alquiler y por eso se forran. La maldad innata de los taxistas de aeropuerto ha creado su negocio.
Ahora toca sobar un rato, que sólo hemos dormido yo una hora y Raúl ninguna. Por cierto, que en el hotel que pone ^Poker Stars de 400€ la habitación, obviamente no hay Internet gratis. Si quieres conectarte, 20€ al día. No son tontos estos de los hoteles... quizás si se juntasen con los taxistas podrían dominar el mundo...
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