Ivey quiere abandonar Full Tilt y la compañía afirma que les debe dinero
Ayer se destapaba la caja de los truenos con la demanda de Phil Ivey contra Full Tilt Poker con los sucesos del Black Friday y la no devolución del dinero de los jugadores USA como telón de fondo.
La demanda presentada por Chesnoff & Schonfeld, los abogados de Ivey, salía ayer a la luz y de su lectura podemos extraer los siguientes datos de interés.
En la misma, los abogados de Ivey explican que nadie de la compañía le comunicó que las autoridades habían “repetidamente advertido y notificado con claridad que su conducta era ilegal en Estados Unidos”, tal y como se especifica en el comunicado de prensa que el Juzgado del Distrito de Nueva York emitió tras el Black Friday.
Evidentemente, también se afirma en la demanda que Ivey desconocía que FTP estaba usando “métodos fraudulentos” para evitar las restricciones bancarias para procesar fondos.
Aparece la cifra de 150.000.000$ como la cantidad que se cree pertenece a los fondos impagados de los jugadores de Estado Unidos.
También se afirma que, según informaciones que Ivey desconocía, FTP no mantenía las reservas de fondos suficientes para satisfacer la devolución del dinero a los estadounidenses.
La demanda afirma que, con todos esos datos en la mano, el contrato entre Ivey y FTP en el que se indicaba que la compañía “proveía el software y el soporte relacionado para llevar a cabo actividades legales de poker online” ha sido vulnerado por Full Tilt Poker.
La actuación de la compañía, al estar el nombre y prestigio de Ivey tan absolutamente relacionado con la misma, ha supuesto para el jugador un “daño irreparable” y “una humillación pública además de la pérdida de su reputación personal y profesional”.
¿Y qué es lo que quiere Ivey?
Pues básicamente, desligarse de Full Tilt Poker por lo que entiende ha sido un vulneración de los términos del contrato que les une, al actuar la compañía contra la ley, según el Departamento de Justicia, y contraviniendo el principio de “buena fe”.
Según se entiende en la demanda, en el contrato existe una cláusula que le impediría asociarse a cualquier competidor de FTP y solicita al juez que, al menos mientras el litigio continúe, esa cláusula no tenga validez y no pueda ser reclamada por Full Tilt.
Ivey cree que tiene derecho a negociar relaciones contractuales y acuerdos de patrocinio con terceros sin que FTP use la cláusula “anti-competencia”.
También se valora el daño de imagen y la pérdida de oportunidades de negocio y de ingresos para Ivey en “una cantidad que excede los 150.000.000$”.
Ayer mismo, Full Tilt Poker emitía un comunicado en respuesta al que publicó Ivey ayer.
A pesar de su moralista comunicado público, la demanda sin fundamento de Phil Ivey solo trata de ayudar a un único jugador: él mismo. En un intento de enriquecerse más aún a costa de otros, el señor Ivey parece haber programado esta demanda para frustar los acuerdos pendientes con varias partes que habrían llevado a la devolución del dinero a los jugadores. De hecho, el señor Ivey ha sido invitado -y ha declinado- a realizar acciones que podrían haber ayudado a la compañía en sus esfuerzos, incluyendo devolver una gran suma de dinero que le debe a la sala. Tiltware duda que la frívola y egoísta demanda del señor Ivey llegue a juicio en algún momento. Pero si esto ocurre, la compañía está deseosa de presentar las pruebas que demuestran que el señor Ivey está anteponiendo sus intereses financieros personales a todos esos jugadores a los que afirma querer ayudar.
La sala culpa a Ivey de torpedear sus acciones para devolver el dinero e incluso le reclama cantidades que les adeuda que servirían para realizar los pagos; algo bastante increíble.
Para nosotros, el asunto parece claro; Phil Ivey quiere abandonar Full Tilt y buscar nuevos horizontes de negocio. Algo perfectamente lícito a la luz de los hechos y, probablemente, con suficiente consistencia jurídica tras las acciones del Departamento de Justicia contra la sala.
Sin embargo, el “quijotesco” gesto de Ivey ayer, emitiendo ese comunicado en el que se erige en el defensor de los jugadores, pierde un poco de consistencia.
Un conflicto de intereses cuya resolución seguiremos con mucho interés.
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