La interesante vida de Kara Scott (I)

Kara Scott es uno de los rostros más reconocibles del mundo del poker. Desde sus inicios de reportera en el primer show británico de poker en vivo “Poker Night Live” hasta su fichaje por Party Poker para representar a la sala viajando de WPT en WPT, el European Poker Tour, High Stakes Poker, sus artículos y entrevistas, etc..

En la pequeña pantalla, en el papel y sentada a un tapete, Scott es una de las mejores embajadoras de nuestro juego. Agradecida por lo que el poker le ha ofrecido, ha querido contar en su blog personal la historia de cómo llegó al poker. El proyecto, publicado en el blog que tiene en CardRunners, se ha convertido en una autobiografía.

En los dos primeros capítulos publicados, descubrimos a una tímida jovencita dedicada a su formación y al voluntariado social que esconde en su interior un deseo de viajar y conocer nuevas culturas. De pequeña no quería ser bailarina, ama de casa o enfermera, quería ser...¡Jackie Chan!

Graduada en Lingüística y con un título de Magisterio, estudios terminados en un tiempo récord, aprovecha la ocasión para buscar un trabajo que le permita salir del norte de la provincia canadiense de Alberta, donde pasó su infancia.

Hay dos ofertas que se ajustan a lo que busca, una escuela en territorio indio en los territorios más agrestes de Canadá, donde podría colaborar en la preservación de una lengua indígena, y una sustitución en Londres. El viaje al otro lado del charco le gana la partida a la perspectiva de pasarse congelada la mayor parte del año y Kara se despide de su hogar.

Al llegar a Londres se encuentra con que el colegio donde debe dar clase es considerado en la prensa como “el peor del país”. A lo largo de un duro año sufre agresiones, insultos e incluso amenazas. Todas y cada una de las ventanas del recinto es rota al menos una vez y no es raro ver como el alumnado roba material del centro a plena luz del día. Curiosamente, al terminar su sustitución, le ofrecen la posibilidad de quedarse como Jefe de Departamento.

La experiencia lectiva en la capital del Reino Unido  le sirvió para darse cuenta de que era mucho más dura de lo que creía y que tenía una gran resistencia a la presión, aunque fuera por cabezonería más que por cualquier otra cosa.

Kara no se había convertido en Jackie Chan, pero tampoco era la niña frágil que podía parecer a simple vista.