Una historia de ingenuos pezqueñines

Los 26.158$ que se les confiscaron a los hermanos Ruane, Sean y Michael, y a su primo Thomas Freeman en el aeropuerto internacional Lynden Pindglin eran un porcentaje de uno de los premios millonarios entregados durante el PCA Bahamas 2012.

Cualquier cantidad que supere los 10.000$ debía ser declarada y los tres jóvenes estadounidenses decidieron repartirse el dinero e intentar ocultarlo a ojos de la seguridad del aeropuerto, con la supuesta intención de evitar el papeleo y llegar a tiempo al vuelo que se les escapaba.

La actitud sospechosa de uno de ellos encendió las alarmas de la policía y llevó al descubrimiento del delito de evasión de capitales y posterior detención de los universitarios.

Sean Ruane, en su declaración de culpabilidad, reconoció que “invertimos dinero en algunos amigos, uno de ellos ganó y nos llevamos un porcentaje del premio”.

El juez decidió que la pérdida de semejante cantidad de dinero era castigo suficiente, agradeciendo el tiempo y trabajo ahorrados por la declaración de culpabilidad. Esto salvó de cualquier otro castigo a los primos. Y me refiero a que eran familia, obviamente.