Del heads-up del Evento #4, a trabajar
Son más de las cinco de la mañana en el Casino Barriere de Cannes. Dan O’Brien y el amateur italiano afincado en Cannes Giovani Rosadoni llevan más de tres horas jugando un heads-up que parece no acabar. En un momento determinado, O’Brien pone contra las cuerdas a Rosadoni con una ventaja de casi diez a uno, pero Rosadoni remonta hasta ponerse por delante.
En el mejor momento del italiano, la organización anuncia que el Casino tiene que cerrar ya. El tiempo se ha pasado volando para Rosadoni, para el que haber llegado a este punto es ya todo un logro. “Se supone que la gente como yo no debería ganar brazaletes”.
Giovani Rosadoni ha tenido suerte para llegar hasta donde está, sobreviviendo a varios flips por todo su stack a lo largo de la mesa final. Agotado, con más de sesenta años a sus espaldas, el italiano regenta un negocio de restauración y tiene a su cargo más de doce empleados.
Quizá el lector se pregunte a qué viene toda esta información impropia de una crónica, pero queríamos introducir un hecho curioso. Rosadoni lleva dos días yendo a trabajar a la vez que juega el Evento #4. Afirma que el torneo le ha costado ya un buen puñado de horas de sueño, pero que hoy volverá a estar puntualmente a las siete de la mañana en su negocio, pues los trabajos de muchas otras personas dependen de él.
Por otro lado, O’Brien se lamenta por su mala suerte, pues ha tenido al amateur a punto de la derrota y se le ha escapado en un par de flips, hasta el punto de que se ha puesto por delante cuando acaban la última mano. No es la primera vez que la fortuna sonríe a O’Brien hasta llegar a una mesa final en la que le da la espalda.
Le sucedió en 2008 en Las Vegas, donde no consiguió pasar del tercer puesto en uno de los Eventos menores de las WSOP, se volvió a repetir en el WPT Shooting Stars en 2010, de nuevo el año pasado en las WSOP y hace apenas unas semanas también aquí, en Cannes, donde acabó cuarto en el Partouche Poker Tour.
Mientras el norteamericano percibe disgustado cómo la primera gran victoria puede volver a resistirse, el amateur ya está feliz con lo conseguido y celebra cada mano. El pro se irá a la cama pensando en las manos que podría haber jugado de otra manera, el amateur se irá a trabajar y probablemente se olvide del torneo durante unas horas.
¿Quién se acabará llevando el brazalete y el primer premio de 107.614€?
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