Estas no son mis WSOP, que me las han cambiado
Las World Series of Poker ya están en plena campaña primaveral para vender su 46ª edición. Mientras queda nieve en la sierra, como el Corte Inglés.
La última sutil advertencia -¡reserva tu sitio en el Colossus, que solo nos caben 20.000, mil arriba, mil abajo!- parece hecha a posta para ejemplificar el giro populista que ha dado el circuito en los últimos tiempos.
En esta edición del Debate de la Semana no voy a examinar si las WSOP han cambiado, como han venido expresando con mayor o menos ardor internalgar gente como Phil Hellmuth, Joe Hachem o últimamente Mike Sexton. En ese aspecto, el calendario es la prueba principal y única de la acusación. Sobre lo que me voy a despachar a gusto es sobre el análisis que hacen de estos cambios los diferentes grupos, según sus intereses.
En la noticia de la que parto como base, para mantenerme fiel a este formato semanal al que estamos dando continuidad en Poker-Red, Mike Sexton se sube al púlpito en representación de la llamada “old school”. Bueno, y un poquito porque es competencia, ¿eh, caballero?
Sexton recoge el kleenex donde había dejado de humedecerlo Hellmuth para denunciar la democratización de los brazaletes; el trofeo más codiciado del éxito en los torneos en vivo. El Grial de todo caballero con ambición de sentarse en la Mesa Redonda del Poker.
Un brazalete de las WSOP es el trofeo más codiciado del poker en vivo
Dice Sexton que si se lo seguimos poniendo a huevo a los europeos, los australianos o a los visitantes de fin de semana en Las Vegas, dentro de nada un brazalete de las WSOP tendrá el mismo significado y la misma personalidad que las pulseras de gomitas que se hacen las crías con las bolsitas de los chinos.
Pues mira, estoy más que de acuerdo con él. En las últimas WSOP-APAC, los de las antípodas se han repartido más brazaletes que jugadores hay en el país. Detrás de la obvia exageración, hay una gran verdad. En el momento en que falla el poder de convocatoria y pones el brazalete al alcance de 150 australianos y 10 pros despistados, le estás restando valor al brazalete. Para eso llega y sobra el WSOP Circuit.
Dice su director que lo hacen porque se toman en serio la palabra “World” de las WSOP. ¿Lo dice en serio, caballero? Pues hágalo a lo grande. Un verano de estos dígale a los pros de Las Vegas que este año les toca hacer las maletas a ellos e ir a pasar un mes y medio a Barcelona, Berlín o Londres. Sin medias tintas.
Para el branding llega y sobra el WSOP Circuit
Eso sí, lo que no me vende Sexton es la moto de que los torneos de 1.000$ o el más que probable récord del mundo del Colossus tienen el mismo efecto sobre el reconocimiento del brazalete de las WSOP, haciendo peligrar su carácter de pieza central de las vitrinas de trofeos del poker.
Ahí si que no, caballero. Las WSOP han vivido un proceso democratizador muy sano desde hace una docena de años, y sus protestas me suenan a rancio, al miembro vitalicio del club de golf por tradición familiar que no soporta que vengan los de la escuela municipal a sacarle siete golpes en su campo centenario.
Bastante hace las WSOP manteniendo los Championships de 10.000$ que permiten que la nobleza del poker tenga cuota de pulseras extra en juego e incluso se aproveche de algún que otro vasallo animado a añadir su buy-in al de los señores gracias a la popularización de las Series.
Si sobra algún torneo, son los Championships de Razz o Badugi
Ese es el factor de más peso para mantener esos eventos en el calendario y que se repartan más de 60 brazaletes cada verano. Si sobra algún torneo, son esos elitistas nichos para el Razz o el Badugi ese, formatos que ya están representados en los muchísimo más divertidos y populares juegos mixtos.
El otro tema candente de discusión es el de los November Nine. Y ahí vuelven a ganar las WSOP.
Cualquier iniciativa que mantenga vivo el interés de las cadenas generalistas en el poker es más que bienvenido. El mayor avance del poker en este último medio siglo es haber pasado de ser algo moralmente reprobable a una actividad que muchos gobiernos están dispuestos a tolerar y los espectadores consideran ya un entretenimiento.
Todo signo de normalidad en relación al poker es una victoria
Todo signo de normalidad en relación al poker es una victoria, y solo por eso, por el efecto que tiene en una programación mucho más cuidada por parte de la ESPN, la idea de los November Nine es imprescindible. Cualquier sacrificio que tenga que hacer un jugador está más que pagado con las dietas, la atención mediática y el pastizal que ya disfruta desde que acaba de jugar en julio.
Tampoco pasaba nada por haber discurrido algo como, yo que sé, los September Nine, pero eso quizá sea ya ponerse tiquismiquis.
Pues sí, señor Sexton, mis WSOP me las han cambiado, pero en su mayoría para bien. No está de más que el microlimitero de a pie siga soñando con ganar un día un brazalete. Al fin y al cabo, ese es el espíritu que nos inculcó Chris Moneymaker, el primer revolucionario del poker.
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