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Amarillo Slim fallece a los 83 años de edad

antrodax | 30/04/12
Amarillo Slim fallece a los 83 años de edad
Austin Preston, más conocido como “Amarillo Slim” murió en su ciudad natal, donde estaba ingresado en un hospicio.

Amarillo Slim, una de las leyendas estadounidenses de las épocas más oscuras del poker, cuando todavía no había llegado a la televisión, no existía la Bobby's Room y las mejores partidas eran ilegales, está pasando sus últimas horas de vida en un hospicio de Amarillo, Texas, ciudad que le prestó la mitad de su apodo.

La otra mitad, Slim, le viene de su delgada y espigada figura, siempre rematada por un gorro de cowboy, como el que suele usar su amigo y compañero de andanzas Doyle Brunson.

El anuncio de su agonía proviene precisamente de Doyle, que ha estado en contacto con Amarillo desde que se enteró hace una semana que Austin Preston, que es el nombre real de Amarillo Slim, había sido aceptado en una institución que sólo ofrece camas a enfermos terminales a los que el doctor le diagnostique menos de seis meses de vida.

Al parecer, el desenlace es inminente.

Como homenaje, Doyle recuerda en su blog una anécdota que ilustra perfectamente como eran los tiempos más oscuros del poker, y el ambiente alrededor de las partidas ilegales.

A finales de los 60, Slim, Sailor Roberts y yo nos fuimos al oeste de Texas para jugar al poker y apostar en el fútbol americano de institutos.

Después de un importante partido de fútbol americano en Midland, Slim y yo decidimos ir a un club nocturno que tenía una partida de poker funcionando de tapadillo. En aquellos días aún existía la segregación y el club estaba en la parte “negra” de la ciudad. Ya habíamos jugado allí y el dueño nos invitó a ir. Eramos los únicos blancos del local y siempre lo habíamos llevado muy bien con los negros.

Cuando salimos del local un tipo negro enorme nos paró y nos pidió una cerilla. Presentí el peligro y le dije a Slim que lo dejara, pero el se paró y echó mano al bolsillo. El negro le golpeó y le noqueó, rompiéndole la mandíbula. El ladrón le cogió el dinero y un alfiler de diamantes, luego vino a por mí, pero yo ya estaba corriendo hacia el coche, donde siempre llevaba una pistola.

Alguien me derribó por detrás y me rodearon otros tres tipos grandes que me empezaron a pegar y dar patadas. Les hubiera dado mi dinero pero no dejaban de patearme así que me defendí, echándoles tierra a la cara cada vez que echaban mano a mi bolsillo. Al final , después de una terrible paliza, me pude poner en pie y tumbar a uno. Se oían coches y supongo que tuvieron miedo de que les cogieran, así que huyeron.

Después de que el doctor nos mirara, decidimos tontamente volver e intentar vengarnos de la paliza. Conocíamos a un tipo muy duro, su nombre era George McCann y luego se convirtió en un miembro de la Dixie Mafia. Nos dijo que iba a hacer unas llamadas y que luego nos diría. Al rato, nos llamó y nos dijo que no podía ir con nosotros, que habían sido los hombres de un tal Chuck, que era su mejor amigo. Le dije que quería tener unas palabras con el tipo que me había pateado la cabeza tres veces y me dijo que por él bien, pero que iba a salir escaldado. El tipo acababa de ser descartado del equipo de los San Francisco 49ers de fútbol americano.

Slim quiso ir a la policía, pero le convencí de que no lo hiciera. Si hubieramos ido corriendo a los polis, nos habríamos convertido en personas non gratas en varias de las partidas ilegales en las que solíamos jugar Así que simplemente lo apuntamos en la cuenta que nos tocaba pagar por nuestro estilo de vida.

Las anécdotas sobre la vida de Amarillo Slim y su vida de apostador han sido repetidas numerosas veces como la apuesta sobre si podía superar el kilómetro de distancia golpeando una pelota de golf, cuando los profesionales la envían a 250 metros, apuesta que ganó dando el golpe en un lago helado.

A mí la que más me gusta es aquella vez que Amarillo Slim derrotó a un jugador de tenis profesional al ping-pong. Aceptó la apuesta con la condición de que él escogería las palas y se presentó el día de la partida con dos sartenes de hierro. Otro apostador, llamado Lefty, le preguntó si repetiría la apuesta contra otro jugador que él designara, y Amarillo aceptó.

Lefty se puso en contacto con un jugador taiwanés especialista en tenis de mesa que estuvo entrenando semanas con una sartén. El día señalado para dirimir la apuesta, Amarillo apareció con dos botellas de Coca-Cola. Las vació y le dio una al taiwanés. Ganó de nuevo.

La vida de Amarillo Slim también ha tenido puntos oscuros, pero quizá no sea el momento para entrar a discutir el tema. Simplemente digamos que se está a punto de ir un símbolo de una época que, por desgracia a veces y por fortuna otras, se está quedando muy atrás.

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