Ayer mal tiempo, mala mesa, malas cartas y mal dealer (Espanyol 1- Bar$a 2)
La noche de ayer fué demasiado cruel para mí. Tenía un importantísimo torneo heads up contra un virtuoso del póquer; un jugador al que todos los aficionados seguimos desde hace tiempo y cuyas estadísticas dejan helado a cualquiera que abra el poker office y busque sus números: 14 victorias seguidas: en mesas distintas y con buys de diferente calibre.
La partida era en la montaña mágica de Montjuich; de la que soy asiduo cada quince días o un poco más cuando hay algún compromiso internacional... y hacía frío y llovía, poco, pero llovía...y el torneo era al aire libre.
Empezamos muy bien, con cartas justitas pero bien jugadas, era evidente que el Tiburón siempre salía con mejores pero yo me iba defendiendo; incluso puse en algún aprieto a un rival que salió bastante confiado. Pero bueno, su calidad se iba imponiendo y salvé los pelos en dos ocasiones en sendos raises contundentes. Pero bueno, pasado lo peor, la lluvia se intensificaba, la afición animaba pero cometí un error infantil y el Tiburón cogió una ventaja que entre los espectadores (también estaba la TV de testigo) se antojaba definitiva. Después de la pausa, me hace call en un raise y a placer se lleva el segundo gran pot. En manos decisivas el resultado era ya de 0 a 2 y parecía que la partida acabaría en goleada...pero no, el Tiburón se confió y logré rápidamente romper su buena racha con una mano salvadora. Era el 1-2 con tiempo por delante...
Entonces apareció el dealer y se puso de lado del Tiburón por miedo a perder un brazo. No fué una actuación escandalosa: no le pasó ninguna carta ni cambiaba el orden de las ciegas...se limitaba a decirle en voz baja cuáles eran las cartas que iba quemando antes de enseñar el flop y el turn. Es decir que el tiburón podía calcular con más exactitud las odds y renunciar a una mano o apostar en otra según como fuera esa pequeña información de las cartas desechadas...
Así que al final, el tiempo y las ciegas consumieron la totalidad de mis fichas y se impuso el Tiburón.
Salí de Montjuic empapado de lluvia por fuera y de lágrimas por dentro: una partida en la que no se dió lo necesario para imponerse: recibir buenas cartas y que el dealer fuera justo.
Será hasta dentro de 5 meses cuando -tocando a su fín la Liga- tenga la oportunidad de vegarme. Quizás por entonces mi juego sea mejor y quizás el tiburón ya no es tal. Por cierto, que el próximo rival de entidad del tiburón es inglés y e su país es inexpugnable...creo vive en el barrio londinense que le da nombre: Chelsea.
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