Qué se necesita para ser un buen alumno de póquer II por spainfull
Tras la primera aproximación de la semana pasada desde el punto de vista del alumno, en este artículo voy a profundizar en aspectos más concretos relativos al aprendizaje del póquer. Y, además, intentaré dar una serie de consejos para aprovechar al máximo las clases y extraer todo el rendimiento posible a la inversión que hemos realizado.
Porque no hay que olvidar que, aunque es posible que solo se contrate un entrenador para aprender a jugar al póquer por un simple afán de adquirir conocimientos, esta opción es muy poco probable. Lo normal, como humanos impacientes y avariciosos que somos, es tener el objetivo de ganar más dinero de forma más rápida. El entrenamiento es un gran método para alcanzar esta meta, pero solo nos aseguraremos una alta probabilidad de conseguirla si somos capaces de trabajar en serio.
Y es que pagar por unas clases no significa que automáticamente se vaya a aprender de manera rápida y sin esfuerzo. Estará en nuestras manos sacar verdadera rentabilidad, adquiriendo los conocimientos que nos permitan jugar mejor para poder subir niveles con mayor seguridad y, al mismo tiempo, aumentar las ganancias. Para ello, con el objetivo de retener y practicar lo recién aprendido, es recomendable seguir una serie de pautas generales, entre otras:
- Ser disciplinado.
- Intentar seguir un horario establecido previamente.
- Incrementar la concentración.
- Aprender de los errores.
- Jugar tranquilo y relajado.
- Practicar lo que más cueste.
- Ser positivo (imprescindible), lo contrario no aporta nada bueno.
- Dejar de jugar cuando se esté cansado, lo contrario solo facilita adquirir malos hábitos, perder y cabrearse.
- Evaluar detenidamente el juego tras cada sesión y ver si se están haciendo progresos.
- Anotar todas las dudas y, especialmente, si no se sabe por qué se hace un movimiento.
Hay que estar dispuesto a tener siempre a mano lápiz y papel (o formato electrónico) para apuntar todo lo que no entendemos. Manos en las que se ha participado, manos colgadas en los foros y su discusión, conceptos de estrategia, etc. Pero antes de preguntar nada, es mucho mejor trabajar sobre ello y ver si podemos encontrar la respuesta por nosotros mismos. Con ello, debido al proceso de análisis, la respuesta se nos quedará grabada mucho más fácilmente que si nos contestan directamente; y, en cualquier caso, si no llegamos a una solución satisfactoria, habremos conseguido refinar la pregunta para poder planteársela al entrenador de forma clara y concisa.
Porque, aunque depende del tipo de entrenamiento que sea y al acuerdo que se haya pactado, no vamos a poder preguntar todo lo que queramos; ni vamos a ser capaces de asimilar un gran número de conceptos en una clase ni el profesor va a ser capaz de contestarlos uno por uno. Además, seguramente muchas de las preguntas se podrían resolver con un poco de trabajo por nuestra parte, con lo que aprovecharemos realmente el tiempo con el profesor para preguntarle por las dudas importantes que no sabemos solucionar y no por cosas triviales.
Ahora bien, hay que ser consciente de que estamos pagando por las clases, así que debemos sacar partido de ello. No hay que dudar en hacer preguntas si no se entiende algo, aunque parezca muy sencillo. No debemos tener miedo de parecer estúpido, no hay que quedarse nada dentro (sin pasarse, ya que cada contestación requiere un proceso de asimilación y comprensión). Seguro que el entrenador ha oído la pregunta miles de veces antes. Si no se comprende un concepto, no hay que decir que sí, tenemos que comentarle que no lo comprendemos, no hay que intentar impresionarle, no ganaremos nada con eso.
En las sesiones de juego en las que nos esté viendo, no nos tenemos que poner nerviosos. Hay que jugar de manera normal, ya que si no, cometeremos errores que no solemos hacer y la revisión posterior no se centrará en los fallos reales que sí tenemos con mayor frecuencia. No debemos hacer perder el tiempo a los dos. Tenemos que esforzarnos en practicar todo lo que el entrenador nos rectifique y comente, hay que machacarlo para que en la próxima sesión vea que hemos trabajado y mejorado en esos conceptos. Esto incidirá de manera muy positiva, ya que el entrenador verá que le hacemos caso y trabajamos en serio. Se alegrará por ver que las cosas funcionan y, de forma recíproca, va a tomarse aún más molestias por enseñarnos. Esto provocará una sinergia positiva en la que se desarrollará un muy buen ambiente de trabajo que redundará en una progresión mucho más alta de lo normal.
Pero, por otro lado, hay que tener cierta actitud crítica. Debemos entender por qué se hacen ciertos movimientos, y no solo porque el entrenador nos lo diga. La cuestión es poder seguir trabajando sobre lo que nos enseñan y si no se comprende, es muy complicado (por no decir imposible). Para eso, los números siempre ayudan. Pero si no se emplean números porque el alumno no se siente cómodo con ellos, al menos, el concepto general y las ideas que se pretenden conseguir con el movimiento, harán que se puedan emplear en situaciones similares o incluso en otras distintas en las que se puedan aplicar estos conceptos.
Espero que estos artículos sobre la enseñanza del póquer hayan aclarado de forma general las dudas que se pudieran tener sobre los mismos. Especialmente, mi intención era hacer ver que, aunque es una herramienta muy útil para progresar, hay que estar dispuesto a esforzarse de forma notable si se quiere aprovechar en su totalidad. Para ello, es imprescindible disponer de tiempo y, principalmente, ganas de mejorar y aprender.
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