Póquer y Deportes: Fútbol por Spainfull

Anónimo | 24/07/08

Tras no acabar de aclarar todas las dudas sobre si el póquer es un deporte en un artículo anterior, esta semana voy a iniciar una serie de estudios meticulosos acerca de la posible relación entre este juego y otros que sí que tienen esta consideración con su flamante federación asociada.



El escogido para comenzar con la tesis es el denominado deporte rey. De hecho, si hiciésemos caso a los periódicos deportivos e informativos patrios -me refiero a los medios españoles, pero supongo que los de la mayoría de países de habla hispana serán del estilo-, cualquiera diría que es el único deporte; incluso aún se podría ir más lejos y afirmar que es la única razón de la existencia humana (cosa que no me atrevo a negar aunque sí objetaría que habría que añadir más elementos necesarios para la vida como, por ejemplo, los mundiales de baloncesto, los Grand Slam de tenis, la Ryder Cup, la F1, el mundial de motociclismo, la Golden Four y las Olimpiadas -entre otros-).



Cualquier situación de la vida real se puede asemejar a una similar en el fútbol, los toros y, me atrevo a afirmar que también, en el póquer (os animo a buscar casos en lo que esto no se cumpla). Pero no solo en este aspecto se parecen las dos modalidades, sino que hay otros muchos en los que guardan una estrecha relación.



El parecido más obvio se da en los tipos de juego que se pueden desarrollar. El juego por dinero (cash games) equivaldría a una liga, siendo una sesión una jornada de la misma. Los jugadores más regulares son los que obtendrían un premio mayor al finalizar la temporada y, dependiendo del total acumulado, podríamos decir que han quedado campeones, en zona de ascenso, en zona noble de la liga con posibilidades reales de subir en un futuro próximo, a mitad de tabla viviendo del rake, casi en descenso pero generando ilusión para la próxima campaña por mantenerse o que ha sufrido el infierno de la bajada de nivel (o en los peores casos al descenso automático de varias categorías o incluso a la desaparición por problemas económicos).





Los torneos se asemejan a una competición por eliminación como pudieran ser los mundiales. El objetivo de las primeras etapas es no ser eliminado y colocarse lo mejor posible para afrontar la fase decisiva. Conforme avanza el torneo, la tensión y el nerviosismo aumenta ante la posibilidad de quedarse fuera antes de los premios importantes. Dependiendo del nivel de cada uno, se puede quedar más o menos satisfecho con la posición obtenida una vez que se ha entrado en las últimas rondas, pero la prioridad por la diferencia entre posiciones es quedar campeón. Del segundo no se acuerda nadie, o como reza una frase muy conocida: “el segundo es el primer perdedor”.



El estilo que triunfa normalmente es el agresivo, bien especialmente en ataque como en Brasil, bien en general como en Italia, Alemania y Argentina. Otro rasgo característico de los campeones es la solidez; solidez entendida como la ausencia de fisuras importantes en todos y cada uno de los aspectos del juego. Teniendo claro que para ganar es necesario hacer casi todo bien, unos destacan en atacar todo el tiempo de manera arrolladora (Brasil), otros en saber escoger los momentos precisos y nunca perder más de lo necesario (Italia), otros hacen un poco de todo (Argentina) y otros no se sabe muy bien lo que hacen pero siempre están ahí (Alemania). Identificar a los equipos con jugadores actuales habituales de torneos lo dejo como ejercicio al lector.



Si bien es cierto que estas similitudes se podrían aplicar a muchos deportes con este tipo de competición, el fútbol es el más próximo por la enorme cantidad de dinero que mueve. La televisión y la publicidad tienen una importancia capital para el éxito de cualquier deporte, pero al final quien lo tiene que apoyar y lo que marcará que los jugadores vayan en Audi o en Porsche es el aficionado. Sin seguidores ni practicantes, no hay inyecciones económicas; se convierte en un deporte minoritario, como el fútbol femenino. Veremos en no mucho tiempo si el póquer en habla hispana además de un deporte de mesas y musas es de masas o de misas (que últimamente no va ni Dios y eso que juega en casa).



Como en el fútbol (y en el deporte en general), solo se queja del árbitro quien pierde. En este caso, los árbitros toman la forma del crupier, el software amañado de la sala, los bots, etc. La diferencia más evidente en este aspecto con el fútbol, es que en el póquer los árbitros no ayudan siempre a los que van de blanco. Bueno, para ser justos no solo tienen objeciones los que no ganan, también los protestones (que siempre hay alguno en todas partes); son los típicos que le van sacando defectos hasta a las modelos: ésta tiene demasiada nariz, ésa los ojos un poco hundidos, la otra pocas brevas… y es que uno de sus problemas es que no saben que no hay mujer fea sino borrachera pequeña.



No podía faltar una referencia a una profesión de riesgo como es la de entrenador. Los jugadores de póquer nos solemos parecer a un estilo muy característico del mismo en el que todo el mérito de los buenos resultados es del buen hacer del mister y gracias a su inteligencia y estrategia; si las cosas van mal, la culpa de las circunstancias, de los jugadores que no se han adaptado al sistema, la mala suerte, una mala racha, la varianza. Los dos más claros exponentes de esta escuela son QSFlores y JMourinho.



Para concluir, destacar que aunque no sea evidente a primera vista, para jugar bien a ambas cosas hacen falta pelotas. Por supuesto, aunque no haría falta ni decirlo, desde estas líneas recomendamos encarecidamente un juego de toque. Hay que tocar siempre, aunque sean las pelotas.

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