Stephen Graner inventa el turismo de casino y pica

Este verano, cuando el premio por finalizar tercero en el Millionaire Maker de las WSOP pasó a engrosar su cuenta bancaria, Stephen Graner empezó a hacer planes para visitar Europa, a poder ser coincidiendo con algún torneo importante del European Poker Tour organizado por PokerStars.

No estamos al tanto de sus obligaciones familiares o profesionales, pero de alguna manera la ciudad elegida fue Praga, que a mediados de diciembre aúna su encanto centroeuropeo y medieval con una amplia y variada oferta para el aficionado al poker. Y allá que voló el bueno de Graner.

Si se decide a escribir una guía de viaje basada en sus experiencias, la práctica totalidad de sus páginas estarán dedicadas a la arquitectura del Hotel Hilton de Praga y a los valores gastronómicos de sus calles aledañas, pues poco más ha podido experimentar. Estuvo demasiado ocupado ganando el EPT Praga.

Graner se plantó en la última jornada con una notable ventaja sobre el resto del grupo de finalistas, aunque mantenía vigilado al sueco Bertilsson por el rabillo del ojo. En realidad, esto es una metáfora. Le tenía de frente, en una situación perfecta para dividirse la mesa evitando problemas y dejando que fueran los shortstacks los que cumplieran su destino poniendo en riesgo su piel de vez en cuando.

Ambos jugadores se repartieron las cinco eliminaciones necesarias para llegar al heads-up en apenas un par de niveles. Remi Castaignon jugó una órbita completa, empezando desde la ciega grande, y antes de que le volviera a tocar poner la apuesta obligatoria se lanzó al vacío con  6d7d. Bertilsson fue su verdugo, con  AsTd.

Graner y el sueco las abrían todas y, si alguien se extralimitaba con los rerrobos, administraban una cuarta que aplacaba los ánimos del resto de aspirantes. El primero en encontrar mano para flipear contra los abusones de la mesa fue Bjorn Wiesler. Al alemán, los  9s9c no le aguantaron ni el flop, que le dio pareja máxima al  AhKh del americano.

El siguiente en la lista era Jonathan Wong, pero consiguió camuflarse entre el resto de stacks medios doblándose ante Simon Mattson. El benjamín sería el siguiente en flipear contra Graner, que se fue hasta casi los 20.000.000 de puntos cuando sus sietes aguantaron frente a AJ.

El campeón del Estrellas Poker Tour de Valencia Fabio Sperling se chocó de frente ante los AA de Bertilsson, que llegó a los 10.000.000 puntos gracias a esta mano.

Según se acortaba la mesa, Graner iba acaparando más y más manos, y la rotura del pacto de no excesiva agresión entre los stacks dominantes se terminó de concretar en una mano aparentemente intrascendente. Bertilsson demostró cierta querencia a defender muchas manos en la BB, y un  6h5h, con más razón. Graner le tenía pisado con  Ts6s y apostó encantado un flop  Ah6d3h. La mano de Bertilsson mejoró con el  5c del turn, y esta vez la secuencia fue check-call.

El river fue el  Tc y Graner, que ya había demostrado en un par de ocasiones que sus instintos pokerísticos van mucho más allá de manejar un bigstack, se dio check para permitir apostar a Bertilsson, pero no se contentó con pagar los 2.350.000 que se acercaban mucho a lo que era el bote. El americano subió a 5.300.000, obligando al sueco a pensarse un call que le dejaría solo 3.600.000 puntos detrás.

El call llegó y el EPT de Praga quedó sentenciado. Wong se triplicó y Bertilsson se dobló, pero eran apenas muescas en el muro de fichas que Graner había levantado.

A Graner le dieron JJ para echar a Wong y sus 33 del torneo. Aunque empezó el heads-up recuperando terreno, el camino que Bertilsson tenía por delante era demasiado largo. El estadounidense terminó recuperando lo perdido y luego se permitió intercambiar botones durante un rato antes de forzar el segundo matchball con un push directo de  4d4h. Bertilsson encontró un call con  Ks5c y perdió el flip de casi 400.000€.

Graner se vuelve a casa con un álbum de fotos bastante peculiar: la típica que se le saca al tablón de salidas en el aeropuerto, con el rótulo de “Praga” bien visible; otra del aeropuerto de la capital checa; tres o cuatro del hotel Hilton, la del hall y la que todo el mundo guarda de su habitación; otra con dos cuatros rojos en la mano y una pica al lado y una última con un cheque de 969.000€ en la mano. No es el mejor capítulo de Lonely Planet que se haya grabado, pero sí el más productivo. Buen viaje.