Dan Colman lanza un dardo envenenado contra Phil Helmuth

Brian Koppelman es uno de los escritores de la película de culto por excelencia por lo que a jugadores de poker se refiere: Rounders. En su currículo aparecen otras películas de prestigio, como Ocean’s Thirteen, El Ilusionista o The Lucky Ones. 

Sin embargo, el productor americano combina estas actividades, con otras tal vez menos lucrativas, pero que a buen seguro cumplen otro propósito en su realización personal. Brian Koppelman protagoniza un podcast que al cual, de forma periódica, invita a distintas personalidades del mundo del poker. El último en acompañarle en el micrófono ha sido Phil Hellmuth. 

En este podcast, como es habitual, Hellmuth lanzó algunas proclamas que a continuación os detallamos en los siguientes puntos.

• Hellmuth proclama que es el creador del estilo “small ball”.
• Hellmuth afirma que todas esas “matemáticas sofisticadas que los chavales de Internet” utilizan, pueden aprenderse en unas cuantas horas. 
• Hellmuth asegura que su figura fue la que inspiró a Mike McDonald a profundizar en el mundo del poker.
• Hellmuth asegura que en el momento de explotar el Black Friday, estaba a punto de firmar un acuerdo de patrocinio muy interesante, sin dar mayores especificaciones. 
• Hellmuth asegura que nunca ha sido infiel a su mujer, pero al mismo tiempo, también afirma que no le han faltado ocasiones para hacerlo. 

Vistas las interesantes, a la par que un tanto osadas, proclamas que Phil Hellmuth dejó caer durante la conversación mantenida con Koppelman, era cuestión de minutos que el asunto llegara al foro de habla inglesa más importante, el de TwoPlusTwo, y cuando lo hizo, se armó “la marimorena” con la aparición de Dan Colman. 

El jugador de moda de 2014, apoyándose en lo escuchado a través de este podcast, así como en los comentarios de la ESPN con motivo de la mesa final del Main Event, atacó sin demasiados escrúpulos al jugador más laureado de las WSOP a través, precisamente, de TwoPlusTwo. 

Resulta embarazoso que tengamos que compartir nuestra profesión con un vendido como este tío. Cuando gané el One Drop, inmediatamente se acercó a mí para darme la mano y felicitarme delante de las cámaras. Parecía como si fuera un portero de discoteca que me daba permiso para entrar en la élite del poker. 

Resulta patético que un tío de 40 años se comporte en las mesas como él se comporta, por no mencionar la falta de carácter que tiene. Parece que solo aspira a conseguir un patrocinio a cualquier precio, sin importar si éste viene de una compañía íntegra o no. ¡Todo por la pasta! 

De verdad me entristece pensar que haya gente que toma a este charlatán como espejo dónde mirarse. La gente como él, son un cáncer para la sociedad mundial. 

Duras palabras las de Colman, las cuales generaron un montón de revuelo tanto en el foro como en las redes sociales. Por el hilo aparecieron un montón de comentarios; la bola de nieve se fue haciendo cada vez más y más grande; Colman volvió a comentar, intentando dar respuesta a algunos de posts que se dirigían a él, hasta que por fin, tuvo que  zanjar el tema. 

Ayer Dan Colman volvió a dejarse caer por dicho hilo, para admitir que tal vez, sus declaraciones habían estado un poco salidas de tono, si bien, en esencia, seguía opinando lo mismo. 

Una vez más, admito que tal vez fui demasiado duro en mi post inicial. Seguramente estaba caliente al escuchar las palabras de Hellmuth en el podcast y en la retransmisión de la ESPN. No debía haber escrito todo aquello, aunque en esencia, sigo pensando lo mismo. 

Sigo considerando a PH como un charlatán, y sigo pensando que su comportamiento para con el poker es atroz. Mi amor por el poker llegó al intentar mejorar cada día, enfrentándome a jugadores mejores que yo, e intentando superarles. Nunca me enamoré del poker gracias a tipos como él. 

Sé que muchos me critican por no haber decidido ejercer el papel de embajador del poker gracias a que runeé en “Modo Dios” durante algunos torneos. Lo siento, pero no pienso parecerme a este señor. 

Todo apunta a que Hellmuth y Colman, nunca harán muy buenas migas.