El canto del cisne de los torneos garantizados
El anuncio de grandes bolsas de premios garantizados para los circuitos de poker en vivo está empezando a costarle dinero a los organizadores europeos.
Ninguno de ellos renuncia a utilizar una de las herramientas de márketing más en boga, como demuestran su inclusión en circuitos como el World Poker Tour, los paralelos más importantes del European Poker Tour y aventuras como la del International Stadiums Poker Tour.
Y, sin embargo, la afirmación de que sus torneos dispondrán de jugosas bolsas de premios para los participantes les está empezando a salir caro.
Cuando la ambición supera a la lógica
Precisamente el faraónico proyecto de Laurent Tapie y Prosper Masquellier es el mejor ejemplo de la fe que ponen en las grandes cifras los organizadores de torneos.
La empresa francesa pretendía meter prácticamente de la noche a la mañana a decenas de miles de personas en el estadio de Wembley bajo el amparo del anuncio de una increíble bolsa garantizada de treinta millones de dólares.
La cifra era tan escandalosa que pronto tuvo que desaparecer de la publicidad oficial ante el más que previsible fracaso de la iniciativa. Uno de los establecimientos con mejor reputación del poker europeo, la poker room inglesa “Dusk Till Dawn”, acudió al rescate del proyecto. Simon Trumper no se pudo resistir a la tentación de ofrecer su propia cifra mágica y estableció que el ganador se llevaría a casa un millón de euros.
La cifra era tan escandalosa que tuvo que desaparecer de la publicidad.
El resultado ya lo conoces: menos de 800 participantes y más de 500.000€ de overlay. Y todo esto a pesar de que la dirección del ISPT conocía de primera mano la experiencia previa del primer gran escándalo de los garantizados en el poker europeo: el fiasco del Partouche Poker Tour.
Tintes epidémicos
Estos dos casos, que podrían parecer anécdotas aisladas propiciadas por las prácticas de un grupo muy localizado de personas relacionadas con el grupo Partouche, se han visto recientemente acompañados por nuevos overlays creados en circuitos con muchísima mejor reputación.
La Mónaco Cup, un torneo celebrado al amparo de la última Grand Final del European Poker Tour en Montecarlo, no consiguió cubrir los 500.000€ en premios previstos por la organización.
Tampoco la última parada del United Kingdom and Ireland Poker Tour de Galway consiguió reunir el 1.000.000€ que figuraba en su publicidad. El fallo en el cálculo les costó a los organizadores más de 150.000€ en ambos casos.
El último gran torneo que se está celebrando a día de hoy en Europa, la inauguración de la duodécima temporada del World Poker Tour en Chipre, ha necesitado más de 35.000$ para cubrir el overlay, pese a mantener su cálculo de participación en unos modestos 300 jugadores.
La raíz de los problemas
¿Qué es lo que está fallando en esta ecuación?¿Falta de respuesta de los jugadores o error de los promotores?
El calendario de los torneos de poker en vivo está saturado. PokerStars y World Poker Tour han puesto en marcha en los últimos años diferentes circuitos regionales, que unidos a las ampliaciones de los calendarios en los circuitos internacionales han agotado las fechas disponibles para celebrar torneos.
El fiasco del ISPT en Wembley coincidió con las WSOP, que ya se han expandido a África, a Europa y este año han estrenado las WSOP Asia Pacific.
El calendario de los torneos de poker en vivo está saturado.
El World Poker Tour se hace competencia a sí mismo, y aunque baja el precio de sus torneos, mantiene prácticamente dos circuitos paralelos en Europa y Estados Unidos que se roban estrellas y participantes el uno al otro. El 20 de septiembre se jugará la mesa final del WPT Borgata Poker Open y el 21 empezarán los satélites en vivo que forman parte de la agenda del WPT Grand Prix de Paris, al otro lado del océano.
Pocas economías resisten esta sucesión casi ininterrumpida de viajes y torneos, y jugadores tan exitosos como Faraz Jaka promulgan la necesidad de controlar los gastos superfluos para poder aguantar este ritmo.
Además, en vez de acomodarse a esta respuesta del mercado, los organizadores cada vez abren más la mano en busca de destacar entre la muchedumbre. Véase el ejemplo del enorme festival que está en marcha desde hace dos semanas, el Seminole Hard Rock Poker Open de Florida, de nuevo coincidiendo en el calendario con otros grandes torneos.
No solo se atreven a avalar premios de 10.000.000$ en su evento principal si no que en el programa figura otro torneo más con un garantizado de 1.000.000$ y la primera entrega del circuito de Super High Rollers del WPT, el Alpha8.
Y todo esto mientras la esponsorización de jugadores está en mínimos históricos y la crisis lleva varios años atenazando la zona euro.
Rompiendo el molde
Encontrar un ajuste es complicado, como demuestra que una organización como el European Poker Tour, que ya ha reducido sus paradas anuales y ha introducido un formato de festival para estimular la afluencia a sus torneos, sufra la debacle que fue la Monaco Cup.
Las soluciones que más me atraen personalmente son la concentración de la oferta, como ocurre en el festival anual de Praga, y el refuerzo de la personalidad de cada torneo, como han ganado con el tiempo eventos como las WSOP, el PCA Bahamas, el WPT L.A. Poker Classic o el propio EPT de Barcelona, torneos que tienen el éxito de público garantizado por sus características únicas.
Conseguir un entorno o una oferta irresistibles como son las mencionadas eliminan la necesidad de intentar aparentar con una arriesgada maniobra publicitaria sobre el prizepool.
Para muchos de estos torneos, es complicado encontrar los atractivos suficientes para destacar entre el resto de la oferta o guardarse el orgullo y negociar fechas conjuntas con otros circuitos, pero, ahora mismo, parece que el paraíso de los garantizados ni asegura un éxito de público ni puede durar mucho más.
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